Mi nombre es Patricia, quisiera hacer un breve recorrido de mi vida, mi vivencia y mi camino hasta llegar a lo que fue mi lancha, Anavid, en este océano de destrucción que son nuestras leyes.
Vamos a remontarnos unos 11 años atrás, Asturias…viendo el matiz que estaba tomando mi vida y con una niña de unos 2 añitos, mi mente sabía lo que terminaría ocurriendo, pero estaba completamente paralizada por el miedo y la incertidumbre (ya se había encargado el que es hoy mi ex marido de que así fuese, poco a poco y con gran habilidad como actúa cualquier narcisista)…augurando que ese día estaba cercano y mirando como se iban derrumbando los cimientos de ese hogar…con las puertas destrozadas por los golpes que paraban lo que brevemente iría hacia mi.
Esa noche de Enero cuando aún las casas mostraban sus decoraciones Navideñas. Como cada noche desde hacia unos tres años atrás, mi exmarido había salido … puesto que sus adicciones cada vez determinaban como es lógico su día a día… tres años que habían cambiado por completo mi vida y la de mi hija. Como era de esperar llegó esa noche… el llegó muy ebrio y muy sediento de dinero para seguir fundiendo en máquinas y alcohol, rondaban las 4 de la mañana, no puedo decir que yo durmiese plácidamente puesto que cada noche para mi era inquietante, pensando constantemente como llegaría…que dinero se habría gastado…o cómo huir de esa cárcel que se había convertido en mi hogar.
Rondaban las 4 de la mañana ..llegó muy ebrio y solo repetía que le diera la hucha de la niña puesto que esa noche se había gastado todo el dinero que quedaba en las cuentas, cuando él consiguió hacerse con la hucha… yo me puse delante obstaculizándole el paso en la puerta del salón y le dije que ese dinero no… que ya se había terminado… él tambaleándose pero con mucha fuerza tiró la hucha y comenzó a tirar todo lo que alcanzaba a coger… incluido el televisor que pude esquivar, me cubrí como pude de esos ataques …y mientras él seguía destrozando todo sin control alguno… me dirigí a coger a mi hija que se había despertado por los gritos, la envolví en una manta y bajé los cuatro pisos lo mas rápido que pude… puesto que sabía, que él venía detrás… gracias a Dios él iba despacio por su estado.
Tengo que decir que cuando llegué a la calle a esa hora de la madrugada que me di cuenta de que los milagros sí existen, la cafetería de barrio que estaba pegada al portal de mi casa «ESTABA ABIERTA»… puesto que estaban quitando la decoración Navideña, toqué la puerta con insistencia y desde el cristal, al verme en pijama y con mi hija en brazos no tuvieron duda de lo que estaba ocurriendo, seguidamente todo sucedió muy rápido o así lo recuerdo yo… él intentó entrar y como se lo impedían me gritaba amenazándome desde la puerta… en unos minutos mi familia ya estaba conmigo, él había huido puesto que sabía que la policía venía de camino.
Cuando mi familia se aseguró de tenernos a salvo… comenzamos a tomar decisiones que nos cambiarían la vida a mi hija y mí (obviamente para bien), decidimos poner mucha tierra de por medio e irnos a vivir con mis padres que por trabajo estaban en el norte de Africa. Cuando llegamos a Melilla, el caminar por calles sintiendo la libertad… libre de ese miedo que me paralizó durante tres años, se me hizo fácil mi reconstrucción junto al apoyo de mi familia y «sí» solo de mi familia y de mi trabajo (que en dos semanas ya estaba trabajando) puesto que las instituciones miraron para otro lado…no encontré ayuda de ningún tipo y no me refiero ayudas económicas, sino a lo que más necesitan las víctimas de violencia doméstica «psicológica». La tuve pagada por mí.
Poquito a poquito mi reconstrucción personal estaba en marcha, me llevó años pero cada vez me sentía más fuerte y agradecida de haber podido empezar, de nuevo con mi hija.. ya ni si quiera me hacían daño sus amenazas puesto que cada vez me sentía más fuerte, hasta que un día cuatro años después él se casó de nuevo y junto a que mi abogado ya le había hecho saber que estaba grabadas esas amenazas …por fin terminó ese martillo constante.
Comenzaba una etapa de tranquilidad… el mundo se veía con colores vibrantes… mientras caminaba con mi hija de la mano sentía que podía con todo, que éramos libres y que ya los gritos habían cesado por fin.
Muchos años después sobre el 2016 el destino nos tenía una bonita sorpresa, Fran, él era un hombre maravilloso con grandes valores… querido por todo el que le conocía, me mostró que el amor no entiende de distancias… ni de barreras ni dificultades, pero no todo iba a ser un caminito de rosas puesto que su mirada mostraba un halo de tristeza que llevaba consigo. Él estaba terminado un matrimonio que le marcaría de por vida… lleno de vejaciones e imposiciones… por parte de su exmujer y que a mi me mostraría desde la impotencia, la desigualdad y la injusticia, lo que tantos hombres y sus familias están viviendo hoy en España y llevan viviendo desde el año 2004, puesto que un Ministerio llamado «Ministerio de Igualdad» y una ley que no protege a víctimas como lo fui yo en su día, se ha encargado de destrozar la vida a miles de familias, entre estas vidas, las de muchos niños inocentes utilizados como monedas de cambio en un divorcio.
Ahí comenzó una lucha que ha día de hoy aún sigue en pie… sintiéndonos desamparados y maniatados ante el sistema y leyes incongruentes que están viviendo tantísimos hombres hoy en día, que destroza a familias completas… abuelos… tíos… actuales parejas …(Todos) por qué las consecuencias psicológicas… económicas y afectivas, no tienen límites.
Pues bien llegando al momento actual de mi vida sólo quiero decirles a estas instituciones que… no están ayudando a «Nadie » ni a mujeres, ni a niños, los grandes perjudicados, ni a hombres, para estas instituciones solo somos números…sólo somos dinero que llenan sus bolsillos para satisfacer sus metas.
NI UNO MAS…NI UNO MENOS
